Ashet - Asier Gomez Barrenetxea 

El miércoles cuando leí las barbaridades que decía el Arzobispo de Maputo (Mozambique) me ratifique en mis convicciones sobre la iglesia.

Cada uno es libre de tener las convicciones religiosas que crea oportunas, pero eso si desde el respeto a los demás, compartan o no sus ideas. Es precisamente este ultimo pilar el que incumple constantemente la iglesia de Roma.

No voy a retroceder en la historia para hablar de las barbaridades cometidas durante la evangelización, aquel gran genocidio en América que casi arrasa el continente entero, con lo que sucede actualmente me llega.

Ya comente en este blog hace un tiempo la situación que se vive en países como Polonia o Bielorrusia donde la ultra derecha católica gobierna, pero en esta ocasión voy a centrarme en el continente olvidado, en África. Como decía al principio las palabras del Arzobispo de Maputo me han dejado incrédulo, el fanatismo religioso (me da igual de que religión sea) no tiene limites y en el caso de África y el SIDA sobrepasa la categoría de genocidio.

Sabiendo la cruda realidad que se vive en este continente por la pandemia que es el SIDA, hay que tomar una postura responsable y esa pasa por la normalización del uso del preservativo, por una educación sexual adecuada y por poner fin a la discriminación por razones de genero. Estos tres compromisos además sirven para poner fin a otras lacras como son el turismo sexual o la mutilación genital.

A la administración hay que exigirle también una postura responsable, ya que no podemos olvidar la cantidad de dinero que se le da a la iglesia, aquí nadie se imagina en Alemania que el gobierno de Berlín financiara o subvencionara a organizaciones neonazis, promoviendo la discriminación y la reducción de derechos a los demás. A las mafias disfrazadas de entidades religiosas habría que cortarles el grifo económico.

Los dogmas que se los pague cada uno con su bolsillo, no con el de los contribuyentes.

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